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Mardoqueo tenía bajo su tutela a una prima hermana, ya que había quedado huérfana de padre y madre. Esta muchacha era joven y muy hermosa, y se llamaba Jadasá, es decir, Ester.

Cuando se publicó el decreto del rey, muchas jóvenes fueron llevadas a Susa, a la casa de las mujeres del rey, que estaba bajo el cuidado de Jegay. Entre esas jóvenes estaba también Ester. Jegay, que era el encargado de la casa de las mujeres del rey, quedó muy bien impresionado con ella, e hizo todo lo posible por hacerla feliz. Ordenó que le sirvieran comidas especiales, y la favoreció en los tratamientos de belleza, y puso a su servicio a siete esclavas selectas del palacio, y le dio el aposento más lujoso de la casa.

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